lunes, 3 de marzo de 2008

Arte obsesivo para una vida atormentada

El arte, tan accesible, tan homogéneo, se vuelve exótico y apasionante en sus recovecos más oscuros. Es en los rincones donde el arte aún tiene magia y capacidad de sorprender. El destartalado apartamento del North Side de Chicago en que vivía Henry Darger es sin duda uno de estos rincones mágicos en que el arte crece como en una caja de resonancia y se confunde con la vida de su creador. Arte como experiencia vital, como si fuera un dolor de barriga con vómito incorporado. O como la sensación de enamoramiento, que parece más romántico. Como marca el tópico, la mente del creador del que hablamos tenía que ser obsesiva y atormentada, y su obra, un estrambótico testimonio de ello.

Henry Darger era un pobre solitario que gastaba su vida visitando la iglesia cinco veces al día y removiendo entre la basura. También era conocido porque solamente hablaba de los partes meteorológicos. Era un tipo raro, sin duda, pero nadie podía imaginar que esa rareza era tal que en el futuro se confundiría con la genialidad. Nadie lo habría podido imaginar nunca si, en abril de 1973, cuando falleció, su casero, Nathan Lerner, no hubiera descubierto la vasta creación del difunto al entrar en el piso por primera vez desde que Darger lo había ocupado cuarenta años atrás. El apartamento estaba lleno de recortes de periódicos, revistas y cómics, síntoma del gusto por el detalle del artista. La basura acumulada completaba un ambiente obsesivo y enfermizo. Para rematar, Darger guardaba grandes acuarelas pintadas por él que presentaban a niñas desnudas con alas de mariposa que eran perseguidas por soldados armados. Además, Nathan Lerner encontró un libro, The book of weather reports, que recogía los partes meteorológicos de Chicago de diez años, acompañados de comentarios negativos hacia el hombre del tiempo. Esta obsesión por el tiempo nació, según parece, por un trauma que sufrió en la infancia, cuando asistió a la destrucción de todo un pueblo, Countrybrown, por un tornado. Y es que, la obra de este genio atormentado está íntimamente ligada con la infancia y con sus experiencias familiares e infantiles. Por ejemplo, Darger rechazó tener relaciones sexuales por pánico a que su acompañante fuera una hermana que su familia dio en adopción justo después de su nacimiento. La obsesión por el mundo de los niños también puede ser debida a una historia que el artista leyó en el periódico sobre una niña de cinco años que fue estrangulada en Chicago.

Más allá de estas muestras, por las que a muchos de nosotros nos encerrarían en un manicomio o nos proclamarían artistas contemporáneos, Lerner encontró una obra maestra, si más no por su tamaño. Era un libro de 15.415 páginas acompañado de ilustraciones, que llevaba por título The story of the Vivians girls, in what is known as the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, caused by the Child Slave Rebellion. El extenso libro explica de forma épica la historia de siete niñas princesas de un reino cristiano ubicado en un planeta cercano a la Tierra que luchan contra unos soldados de edad más avanzada que las quieren esclavizar. Los dibujos que ilustra el vídeo pertenecen al arte naíf, caracterizado por su ingenuidad y su antinaturalismo. En ellos aparecen niñas con las vísceras descubiertas o con alas de mariposa, o mapas con todo lujo de detalles.

Con un pincel que es sumamente vital, Darger es un ejemplo (muy, muy exagerado) de la unión del artista con su obra. También es un exponente claro del arte marginal, puesto que el autor encuentra sus formas de expresión de manera intrínseca. Sus referentes no son comunes, y se alejan de los parámetros culturales establecidos y mucho más de la industria cultural. El autor encuentra el arte en sí mismo, en sus cavilaciones, en sus obsesiones vitales y en su locura. Ahí radica su originalidad. Su arte es puro. Es una extensión de su vida y su trayectoria.

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